Según Carmine Gallo en declaración en una entrevista de Warthon, luego de escribir un libro, el secreto de ser un gran comunicador está en ser más como lo fue el eterno Aristóteles. ¿Y que tenía este filósofo griego que tenemos que ser como él? Era el rey de la persuasión. Hoy, el arma que necesitamos tener, si queremos generar más valor, es la persuasión. Atrás quedaron la rapidez o los conocimientos; pero sí son fundamentales las habilidades de comunicación interpersonales.
En su libro, Gallo cuenta que habló con muchos historiadores, economistas, empresarios y capitalistas de riesgo y todos manifiestan el mismo tema: en esta era de inteligencia artificial, globalización, automatización, lo que puede diferenciarte de tus “competidores”, es dominar el antiguo arte de la persuasión. Combinar palabras e ideas para encender la imaginación de la gente es oro en polvo. Obviamente hay que tener antes todos los recursos mencionados, pero el arte del habla te diferenciará del resto.
Hay que lograr ser como Aristóteles, hoy más que nunca, los líderes deben ser capaces de entusiasmar a las personas sobre una visión y llevarlas a ese viaje. Esa es una habilidad que hace únicas a las personas.
Parece ser que Aristóteles era un avanzado, y nos demostró hace muchísimos años, que el arte de la persuasión, es fundamental para el éxito. Seas carpintero, economista, agrónomo o vendedor. No importa. Lo que importa es que quieras ser exitoso, y estés convencido de lo que hagas o vendas, es lo mejor.
La retórica de persuasión de Aristóteles se basa en el ethos, el pathos y el logo. El Ethos es la credibilidad que tú puedas tener como orador o divulgador. El Pathos se refiere a la capacidad que tienen tus palabras de generar emociones en la audiencia y el Logos se refiere al mundo de la lógica y el razonamiento. Es todo aquello que refuerza tu mensaje desde la razón.
Muchas veces nos topamos con ejecutivos que tienen el mejor contenido y un gran power point, pero no logran empatizar con la audiencia, no logran transmitir la idea con pasión, por lo que el contenido pierde valor. Si no tenemos contenido, no tenemos nada; pero si no tenemos este “arte de persuasión”, el contenido se desvaloriza.
Aristóteles, gracias por tu sabiduría que hoy seguimos tratando de imitar.
Camila Ogallar
Directora de comunicación b2b-agri